Reseña del libro de Yuval Noah Harari, «Nexus: Una breve historia de las redes de información desde la Edad de Piedra hasta la IA»

Reseña del libro de Yuval Noah Harari, «Nexus: Una breve historia de las redes de información desde la Edad de Piedra hasta la IA»


En el siglo XIX y a principios del XX, la lógica expansionista de la Revolución Industrial exigía «imperios» que trascendieran los Estados-nación, y se formaron colonias por todo el mundo en busca de recursos minerales y mercados a los que vender. Del mismo modo, en el caso de la Revolución de la Información, los Estados-nación fueron desplazados y se esperaba un nuevo tipo de imperio, no necesariamente estatal, denominado «Estado-red», en el que las empresas privadas también podían servir de matriz.

Tras la Revolución Industrial, la Revolución de la Información también será testigo de un desplazamiento total del Estado-nación, puesto que éste ya no podrá satisfacer las exigencias de la expansión económica.

No renunciar a la democracia liberal

Al frente de la maquinaria del capital digital se encuentran los titanes tecnológicos que dirigen las entidades de la red digital, encabezados por Silicon Valley. Son la clase alta emergente con un poder económico recién descubierto. La fuente de su riqueza no es la tierra, sino sus propios cerebros, o su «coeficiente intelectual». Estas «élites cognitivas», que se enorgullecen de su alto coeficiente intelectual, liderarán el mundo digital.

Ni que decir tiene que esta evolución trasciende la democracia liberal. Sin embargo, el claro mensaje de Harari a lo largo del libro es que no renunciará a la democracia liberal. Respeta el humanismo y no renuncia a ser un hombre moderno. No comulga con los bocazas de los últimos románticos americanos, que bisbisean las ideas de la Ilustración moderna, como la «Ilustración Oscura», que se ha convertido en un dogma entre los llamados Tech-lites. Y es que emana de las ansiedades de los ingenieros, quienes, a pesar de su formación en ingeniería, tienden hacia la brujería-misterio-ocultismo.

Uno de los puntos que Harari preparó para este debate, y que me pareció muy acertado, fue su caracterización de la agitación política contemporánea como derivada de la «autodestrucción del conservadurismo».

En una época que exige innovación, ya no es posible seguir manteniendo en alto el signo del conservadurismo, pero la fricción con la izquierda tradicional se mantiene, de modo que los partidos conservadores no tienen más remedio que transformarse en partidos revolucionarios que destruyen el sistema existente (es decir, la democracia liberal), que es más radical que la izquierda. Como resultado, el conservadurismo económico, que había renunciado a las limitaciones del Estado del bienestar y había introducido el neoliberalismo, confiando en la economía de mercado, empezó a propugnar el «aceleracionismo», tal como Marx lo había planteado originalmente, y se hizo con las acciones de la izquierda. Se vio obligada a superar a la izquierda y a transformarse en un partido revolucionario más radical. Hay en ello una psicología similar a la que se vio en la primera mitad del siglo XX, cuando la gente aceptó el fascismo porque estaba abrumada por los horrores del comunismo.

El análisis de Harari explica con éxito este giro a la derecha en el mundo de la tecnología, que se ha acentuado desde aproximadamente 2020. En el caso de EEUU, en concreto, existe el ‘motor digital’ global de Silicon Valley, que cuenta con un gran número de multimillonarios con excedentes de fondos que pueden convertirse en poder político, y están cambiando a medias la reacción conservadora hacia un modelo ultrainnovador. Este es el ‘Dark MAGA’, que es más que MAGA.

No seguiremos la rutina de McCaskill

Por cierto, detrás de la actitud decidida de Harari hacia Silicon Valley en este sentido, podemos ver a William McCaskill como modelo a seguir.

Foto: Lawrence Sumulong/Getty Images



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