¿No estás en forma? Te tenemos malas noticias: tu chatbot de IA no es un entrenador personal

¿No estás en forma? Te tenemos malas noticias: tu chatbot de IA no es un entrenador personal


Con la expansión de los grandes modelos de lenguaje (LLM, por sus siglas en inglés) de IA que responden a casi todas nuestras peticiones, llega una pregunta: ¿Puedo usar un agente de IA como entrenador personal? ChatGPT de OpenAI, Gemini de Google o Claude de Anthropic están diseñados para darte «consejos» que encuentran en internet, pero no pueden ayudarte a reducir la cintura ni a que tus pectorales parezcan de campeonato.

Claro, Claude puede elaborar un plan nutricional decente, y ChatGPT puede decirte con qué ejercicios de mancuerna puedes empezar la rutina, pero estas búsquedas básicas no son algo nuevo, llevan rodando por internet hace una década. He de confesar que estoy en peor forma de la que me gustaría: he engordado; tengo más de treinta años y sigo atiborrándome de comida como si tuviera el metabolismo de un adolescente, pero entiendo que los chatbots no pueden hacer mucho por mi condición física.

Con demasiada frecuencia me estreso comiendo de Taco Bell en la sala de descanso en WIRED antes de tomar una lujosa siesta energética inducida por los carbohidratos. Es un hábito vergonzosamente malo, y ninguna notificación de la IA que me recuerde que debo «comer frutas y verduras» o que me dé consejos de entrenamiento generados personalizados me sacarán de estos patrones poco saludables. La respuesta de hacer cambios notables en mi estilo de vida y mejorar mi alimentación recaen exclusivamente en mí. Soy el único que habita este cuerpo y el único que tiene el poder de cambiarlo.


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Según un nuevo estudio, la razón por la que las personas pierden peso de forma diferente radica en la producción de determinadas versiones de una proteína clave.


Aceptémoslo: No somos robots

Pensando en los cuerpos y la mejora, el hecho de tener una forma de vida orgánica, es decir, una bolsa de huesos en la que te puedes mover y utilizar para procesar el mundo, nos diferencia mucho de un robot sin rostro y alimentado por unidades de procesamiento de gráficos (GPU, por sus siglas en inglés), cuya forma física está distribuida por los laberínticos pasillos de un centro de datos.

Aunque los robots puedan hacer sugerencias sólidas de ejercicios basándose en la media estadística de todo lo que se publica en internet, un algoritmo no tiene ningún conocimiento de primera mano sobre los límites físicos de un ser humano. Nunca han sudado asquerosamente en la caminadora, ni han aguantado un entrenamiento completo de pierna con resaca, tampoco han logrado nuevos récords de rendimiento llegando al fallo muscular.

¿Sabes quién sí lo ha vivido de primera mano? El entrenador personal de tu gimnasio. Debes pagar por sus servicios, y muchas veces no son baratos, pero un coach puede darte una rutina con una serie de ejercicios indicados para tu tipo de cuerpo, vigilar tu forma y ofrecerte orientación para complementar los movimientos de un modo seguro y eficaz. Ni siquiera los aparatos más caros, como herramientas de visión por computadora que «monitorean tu respiración y cuentan tus repeticiones» conseguirán el mismo nivel de motivación y rendimiento que pagando a un humano atlético que controlara tu entrenamiento en una sala llena de otras ratas de gimnasio.

Artículo originalmente publicado en WIRED. Adaptado por Alondra Flores.



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