Frida Ruh: “Sin reglas claras, México se está volviendo el laboratorio del mundo para la IA”
WIRED: Entonces, ¿regular o no regular la IA?
Frida Ruh: Antes de regular, hay que entender. Quienes crean las regulaciones en nuestro país hoy no entienden muy bien qué es la inteligencia artificial. Para poner reglas, hay que entender el juego. México, al no tener regulaciones tan estrictas como en Europa o Estados Unidos, se está volviendo el laboratorio del mundo. Aquí vienen a probar modelos de IA, de edición genética, de todo. La buena noticia es que nos llegan todos los modelos; la mala es que también nos llegan con todas sus consecuencias, como posibles violaciones a la privacidad y uso de datos.
WIRED: Ayúdanos a imaginar narrativas menos catastrofistas sobre el futuro con el uso correcto de la IA.
Frida Ruh: Observamos un fenómeno curioso: la gente suele tener una visión negativa sobre el futuro de su país, pero una positiva sobre su futuro personal. Siempre caemos en la utopía o en la distopía, pero la realidad nunca es ninguna de las dos. La ficción es clave aquí, porque es la antesala de la ciencia y nos ayuda a imaginar mejores futuros.
Debemos pensar en nuestros futuros locales. En lugar de preocuparnos por el próximo celular que ni siquiera producimos en México, pensemos en el futuro de la alimentación. La comida es parte de nuestra identidad cultural. Me dolió enterarme de que el mole podría desaparecer en unos años porque las especies de chiles con las que se hace ya no se están dando por el cambio climático. ¿Quién está aplicando tecnología para que esas cosas que nos definen culturalmente no se pierdan? Mi trabajo es ayudar a que la gente se imagine estas posibilidades, porque si no lo imaginamos, nunca sucederá.
WIRED: Mencionaste que muchos jóvenes en tecnología vienen de la periferia buscando movilidad social. ¿Cómo es esa realidad?
Frida Ruh: El estereotipo del startupero de Silicon Valley no representa a los ingenieros que realmente están detrás de la tecnología en México. Muchos de los programadores de las big techs vienen del Estado de México o de municipios alejados, y viajan horas para llegar a su trabajo. Entraron a este mundo porque les dijeron que las ingenierías pagaban bien y que saber programar les daría acceso a mejores sueldos.
México se está convirtiendo en un hub de mano de obra barata para carreras STEM. Los salarios aquí son más competitivos para las empresas, incluso más que en la India. En el contexto mexicano no son necesariamente malos sueldos, pero a nivel global no son competitivos. Esto es benéfico en el corto plazo para muchos, pero debemos aspirar a más que el mínimo indispensable y hablar de una vida digna.
WIRED: Además de la desigualdad económica, sé que te interesan otros temas como la brecha de género o la diversidad. ¿Cómo se cruzan estos temas con la IA?
Frida Ruh: Hablar de igualdad de género no es solo hablar de mujeres. Por ejemplo, los periodos de paternidad para los hombres son de unos cuantos días. ¿Cómo procesa un hombre en tan poco tiempo que un ser vivo ahora depende de él? Esas dinámicas que afectan a los hombres también nos perjudican a las mujeres.
Por otro lado, si a las mujeres en general nos va mal, a las mujeres trans no te cuento. La esperanza de vida de una persona trans en México es de 30 a 31 años. Esto se debe a que son expulsadas de sus casas, no pueden estudiar y, por lo tanto, no acceden a la economía formal. Como persona no binaria y lesbiana, durante mucho tiempo no tuve figuras con las cuales identificarme. Por eso mi trabajo tiene un sesgo muy marcado hacia incluir a mujeres y personas de la diversidad en tecnología. Mi objetivo es, como digo, “sesgar el sesgo”.
WIRED: Para terminar, una predicción audaz: ¿cómo será el mundo en 2035 gracias a la IA?
Frida Ruh: Me gusta pensar que la IA hará mi vida más bonita. Practico deportes como paracaidismo y surf, y me imagino un futuro donde la tecnología me permita seguir haciéndolos. Mi esperanza es que dejemos de hablar de la IA solo en términos de productividad y empecemos a hablar de cómo puede darnos una vida más digna, más larga y, en general, mejor. Que nos permita conectar más con las personas, viajar y estar presentes para hacer aquello para lo que sentimos que vinimos al mundo.
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