Botto, el artista millonario de inteligencia artificial, ya tiene personalidad

Botto, el artista millonario de inteligencia artificial, ya tiene personalidad


Botto expuso en Sotheby’s de Nueva York el pasado mes de octubre y ha ganado más de 4 millones de dólares con la venta de sus obras. En realidad, Botto solo necesita GPU para dar rienda suelta a su creatividad. Es un sistema de IA.

Botto es un agente artístico semiautónomo descentralizado creado en 2021 por el artista alemán Mario Klingemann, Simon Hudson, empresario de medios de comunicación, y Ziv Epstein, informático y diseñador.

Echoes of the Electric Eon por Botto

Botto contiene un generador de imágenes de inteligencia artificial similar a Dall-E o Midjourney, pero su resultado también está determinado por un «modelo de gusto» que selecciona las imágenes más agradables generadas por un estímulo. El modelo de gusto se ajusta para reflejar las preferencias de una comunidad de entusiastas de Botto que votan las imágenes que Botto produce y publica en línea aquí. Botto también se rige por una organización autónoma descentralizada, o DAO, lo que significa que los entusiastas pueden comprar criptomoneda $Botto e influir en cómo se gestiona y desarrolla el sistema.

La reciente exposición de Sotheby’s es apenas la última de una serie de exposiciones de éxito para Botto. Solo en la de octubre se vendieron 350,000 dólares. Botto ha ganado unos 4 millones de dólares en total desde 2021, dicen sus creadores.

Klingemann y Hudson indican que quienes controlan Botto han optado por agregar una versión modificada del modelo de lenguaje grande de código abierto más grande de Mistral y una base de conocimientos que le permite conversar sobre sus obras de arte, y que se afinará aún más a través de interacciones con la comunidad de Botto. «A través de esta interacción y a través de varios canales de entrada, su conocimiento crecerá y desarrollará una personalidad e intereses», sugiere Klingemann.

Klingemann y Hudson esperan que esta personalidad empiece incluso a dirigir el arte que crea Botto, permitiéndole quizá utilizar un generador de imágenes «no alineado», es decir, sin las barreras que le impedirían producir imágenes subidas de tono o violentas, para ver si puede desarrollar su propio sentido de lo que es artísticamente aceptable. «Ahora le damos a Botto modelos seguros, pero a medida que crezca se le pueden dar cosas que requieran mayor madurez», dice Hudson, comparando la maduración de Botto con la de una persona en la sociedad humana.

Es una idea interesante, y es divertido ver cómo se explora la idea de un agente de IA en el ámbito relativamente benigno de la expresión artística.

Dicho esto, Botto sigue planteando algunos dilemas éticos. Muchos artistas en activo se preocupan, y con razón, por el impacto que la IA está teniendo en su profesión, ya que los modelos entrenados en millones de obras protegidas por derechos de autor se utilizan para generar infinitas imitaciones a la carta.

Tal vez Botto sea algo totalmente distinto. Klingemann es uno de los primeros en adoptar la IA en el arte, utilizando redes neuronales como parte del proceso artístico y como una especie de performance. Sus creaciones anteriores incluyen una instalación de video con retratos generados por IA que cambian constantemente y un perro robot que caga críticas de obras de arte visual.

Y aunque Botto genera imágenes de alto valor utilizando un modelo entrenado en obras públicas, Klingermann no lo ve como un plagio descarado: «Los modelos de imagen y los LLM son los nuevos motores de búsqueda», señala. «Para mí, la creatividad consiste en encontrar algo que ya existe en el espacio de posibilidades y decidir que esto es interesante, asegurándose al mismo tiempo de que no parece pertenecer ya a nadie».

Las imágenes creadas por Botto parecen estéticamente agradables, pero también, al menos para mi ojo inexperto, parecen generadores de imágenes de inteligencia artificial bastante genéricos.

Aunque el proyecto Botto plantea algunas cuestiones interesantes sobre lo que constituye la agencia artística, por ahora creo que solamente subraya la importancia de la inteligencia y la inventiva humanas. La chispa de la creatividad no pertenece a la máquina que genera una variedad interminable de imágenes con los comentarios de la multitud, sino a los artistas que tuvieron la idea en primer lugar.

Artículo publicado originalmente en WIRED. Adaptado por Mauricio Serfatty Godoy.



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