A todos nos conviene que la burbuja de la IA estalle de una vez

A todos nos conviene que la burbuja de la IA estalle de una vez


De repente, y no hace mucho, nuestros más queridos líderes de la industria tecnológica empezaron a sugerir cautela. Sam Altman mencionó que la IA está en una burbuja «con toda seguridad», aunque formada en torno a «un núcleo de verdad». Mark Zuckerberg afirmó que una burbuja de IA «es muy posible», aunque «si los modelos siguen aumentando su capacidad año tras año y la demanda sigue creciendo, entonces quizá no haya colapso». Incluso Eric Schmidt advierte que hay que calmarse con la inteligencia artificial general (IAG) y centrarse en competir con China.

La pregunta a la que todo el mundo quiere respuesta es: ¿cómo explotará la burbuja? ¿Nos despertaremos y nos daremos cuenta de que ya no queremos hablar con los grandes modelos de lenguaje (LLM)? ¿Alguien encontrará la forma de construir herramientas de IA a una milésima parte del precio, dejando que florezcan mil ChatGPT? ¿Algún día veremos en las noticias esas fotos de operadores de bolsa gritándose mientras las cotizaciones de las big tech parpadean en rojo? Mi respuesta es: no tengo ni la más remota idea. Pero de verdad espero que, algún día no muy lejano, la IA se convierta en algo… normal.

Soy un tipo sencillo y busco tecnología sencilla

Me encantan las tecnologías normales, de esas que vienen con manual. Cambian periódicamente, pero puedes construir habilidades artesanales y profesionales en torno a ellas. Las tecnologías burbuja cambian constantemente, y siempre existe la amenaza de que destruyan la sociedad (malo) o hagan ricos a todos menos a ti (peor). Hay muchas formas de predecir cuándo una tecnología se está normalizando: la relación precio-beneficio y otras cosas aburridas. La métrica que yo utilizo es la relación C/B: conferencias/blogs. Si la gente asiste constantemente a conferencias sobre un tema, aún no es normal. Si la mayoría bloguea sobre ello, sí lo es. Me lo he inventado, pero te aseguro que es predictivo.

Trabajo con IA todo el día, y ahora mismo hay tantas, tantas conferencias y reuniones, y no tantos blogs técnicos buenos y aburridos. A la industria tecnológica le encantan las conferencias porque nuestro producto es tan abstracto que nos resulta difícil saber dónde nos situamos en la jerarquía de los cerebritos. Por eso las empresas de capital riesgo patrocinan reuniones con tanta frecuencia: permiten intercambios feromonales y demostraciones de dominio, normalmente representadas con PowerPoint.

A veces se habla de la edad de oro de los blogs, pero no tanto de por qué se escribía en ellos: nadie tenía dinero, y nada es más barato que poner palabras en línea. Cuando el dinero vuela por los cielos, y las startups se acercan al final del financiamiento, los presupuestos de las conferencias suelen ser lo primero en desaparecer. Sin embargo, los nerds siguen queriendo hablar por hablar. Es entonces cuando empiezan a publicar: es la única forma de saber quién eres. Con el tiempo, la relación C/B de la IA empezará a inclinarse hacia los blogs.

Aunque todavía no. Puede que nos quede mucho camino por recorrer. La economía globalizada se ha convertido, por conveniencia y codicia, en un puente colgante que se extiende por todo el mundo, colgado de unos pocos anclajes gigantes como OpenAI, Nvidia y Google, reforzado por promesas de transformación planetaria de la IA. Si uno de esos pilares flaqueara, aunque fuera mínimamente, y las promesas no se cumplieran, tal vez el cable se aflojara y todo el puente se derrumbara, y todas las startups de IA, incluida la mía, se hundirían. Anticipar esto constantemente es solo una de las muchas cosas que han hecho que 2025 sea tan emocionante.



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