Latam-GPT, la IA de código abierto, gratuito y colaborativo de América Latina
También analizamos la diversidad de tópicos: política, deporte, arte, etc., para tener un corpus balanceado. Y, por supuesto, está la diversidad cultural. En esta primera versión, nos hemos centrado en tener información cultural sobre nuestros pueblos ancestrales, como los aztecas o los incas, más que en la lengua misma. En el futuro, la idea es incorporar también las lenguas originarias. En CENIA ya estamos trabajando en traductores para el mapuche y el rapanui, y otros grupos en la región hacen lo mismo con el guaraní. Es un ejemplo claro de algo que tenemos que hacer nosotros, porque nadie más lo va a hacer.
WIRED: ¿Podrías contarnos más sobre CENIA y el contexto en el que surge esta iniciativa en Chile?
Álvaro Soto: Entre 2017 y 2018, un grupo de expertos, del cual formé parte, elaboró la Política Nacional de Inteligencia Artificial de Chile. Una de las conclusiones fue la necesidad de crear una institución que velara por el desarrollo de un ecosistema de IA sinérgico y saludable, abarcando la ciencia, la transferencia tecnológica a la industria y la responsabilidad social. Así nació CENIA.
Aunque surgimos en Chile, tenemos una visión regional. Creemos que juntos somos más fuertes. Por eso, hemos impulsado iniciativas como el Índice Latinoamericano de Inteligencia Artificial, un estudio colaborativo que mide el estado de avance de la IA en los países de la región.
WIRED: Tu campo es la robótica cognitiva. ¿Cómo se vincula un modelo de lenguaje regional con la capacidad de un agente autónomo para interactuar en un contexto latinoamericano?
Álvaro Soto: En robótica cognitiva, la parte «cognitiva» es la inteligencia. Mi carrera se ha centrado en desarrollar la inteligencia para máquinas físicas. Hoy, los modelos de lenguaje y los modelos fundacionales son la vanguardia de la IA. Son las herramientas más potentes que tenemos, por lo que mi trabajo se dedica a entender y aportar al desarrollo científico y aplicado de este tipo de tecnología.
WIRED: Los modelos hegemónicos enfrentan problemas geopolíticos y de poder muy cubiertos mediáticamente. ¿Cuáles son nuestros problemas específicos en América Latina respecto a estos modelos?
Álvaro Soto: Tenemos muchos desafíos, pero también muchas fortalezas, como nuestra apertura y nuestra capacidad de colaboración, que hemos visto en el proyecto Latam-GPT. Dicho esto, uno de los ámbitos fundamentales donde debemos enfocarnos es la educación. Estas tecnologías van a cambiar las habilidades que requieren las nuevas generaciones. El conocimiento memorístico será menos crítico; lo importante será saber usar ese conocimiento. Debemos preparar a nuestros jóvenes para eso, fomentando también las ciencias sociales y una actitud crítica. Si tuviera que elegir dónde aplicar estas tecnologías, sería en educación, porque atacar la causa de muchos de nuestros problemas.
WIRED: Un proyecto así requiere un poder de cómputo masivo. ¿Es realista para la región desarrollar la infraestructura necesaria? ¿Qué implicaciones tiene para nuestra soberanía tecnológica?
Álvaro Soto: Es fundamental. Si quieres jugar al fútbol, necesitas una cancha y una pelota. Aquí, el poder de cómputo es la cancha. Necesitamos desarrollarlo, ya sea en la nube o en centros de datos propios. Es una infraestructura necesaria para esta nueva era tecnológica, al igual que lo fue la infraestructura de telecomunicaciones para internet.
WIRED: Mirando hacia 2030, ¿cuál sería un escenario de éxito para un modelo como Latam-GPT? ¿Lograremos posicionarnos como desarrolladores de tecnología en lugar de solo consumidores?
Álvaro Soto: El éxito sería que Latam-GPT haya jugado un rol importante en el desarrollo virtuoso de la inteligencia artificial en nuestra región. Que distintas organizaciones tomen esta tecnología y la apliquen, por ejemplo, en la educación. Que las nuevas generaciones de latinoamericanos estén mejor preparadas porque tuvieron acceso a herramientas que les hablaban en su contexto, con sus referentes culturales, con nuestros grandes próceres y no solo con ejemplos de otras partes del mundo. Si logramos que esta tecnología tenga un sello latinoamericano y contribuya a una mejor formación, el proyecto habrá sido un gran éxito.
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