Donald Trump no es el único agente del caos: La IA le hará competencia
Hace ocho años, los resultados de las elecciones estadounidenses de noviembre –en las que ganó Donald Trump– conmocionaron profundamente al pequeño equipo de Backchannel, la publicación tecnológica que yo dirigía. A la mañana siguiente, un editor publicó en nuestro Slack que «trabajar en una historia enfocada en tecnología era inútil y de mal gusto». En un vuelo de Nueva York a San Francisco, escribí una columna para responder a tal aseveración, la dirigí a mis colegas, a los lectores y a mí mismo. Argumenté que, independientemente de la enormidad de este acontecimiento, una cosa había cambiado: la mayor historia de nuestro tiempo seguía siendo la revolución tecnológica que estábamos viviendo. Los políticos, incluso los más destructivos, podían ir y venir, o negar a irse; pero el chip, la red, el dispositivo móvil y todo lo que conllevaban estaban cambiando la humanidad, y quizá el propio significado del ser humano. Nuestro trabajo era hacer la crónica de esa épica transformación, sin importar quién estuviera al mando. El titular de mi columna era: ‘The iPhone Is Bigger Than Donald Trump’ (El iPhone es más grande que Donald Trump).
Trump fue elegido presidente una vez más a pesar de… ¡Oh, demonios! No voy a repasar la letanía de lo que parecieran puntos en contra. Ya lo hemos oído todo, y a la mayoría de los votantes no les importó. Es una historia increíble, y no cabe duda que los próximos años pasarán a la historia, quizá no en el buen sentido. Probablemente de una muy mala manera para el país en el que muchos esperaban continuidad en el 250 aniversario de EE. UU. En aras de la unidad, utilizaré el calificativo «quizá», ya que los perdedores deben ser humildes, y quién sabe lo que les espera.
Todos tienen una opinión
Sin embargo, no me muevo del pensamiento que tenía en 2016. Como dijo una vez el escritor Stewart Brand: «La naturaleza humana no cambia mucho; la ciencia sí, y el cambio se acumula, alterando el mundo de forma irreversible». Lo que ocurre en la tecnología y la ciencia sigue siendo la actividad que, en última instancia, tendrá el mayor impacto en nuestra especie. Cientos de años después, las generaciones futuras volverán la vista atrás e identificarán esta época como el periodo en el que los microchips y el software de las redes neuronales lo cambiaron todo. Ya no dirijo una publicación, solo represento una sola voz en una plantilla mucho tan grande. Así que, hablando por mí mismo, reitero mi declaración de propósitos de 2016, con un ligero retoque: La IA es más grande que Donald Trump.
Por supuesto, los periodistas deben cubrir enérgicamente la segunda presidencia de Trump, con implacables exigencias de rendición de cuentas. Para nosotros, los más veteranos, puede ser el último mandato que nos quede, lo que ocurra en EE. UU. tendrá una mayor influencia en la vida cotidiana que la última versión de Claude de Anthropic, ChatGPT de OpenAI o incluso la Apple Intelligence. Si pierdes tu seguridad social o tus derechos reproductivos, o te encuentras en un campo de deportación o en una celda por culpa de las políticas del presidente republicano, saber que la IA, la realidad mixta y las computadoras cuánticas podría redefinirnos algún día no disminuirá el dolor.
Además, aquellos de nosotros que cubrimos tecnología definitivamente terminaremos informando sobre la presidencia de Trump; la política como siempre afecta el curso de la tecnología. Recuerden que el gobierno de EE. UU. creó esa cosa llamada «internet». En estos momentos se está produciendo un intenso debate sobre cómo, o si deberíamos regular o frenar la IA; una tecnología a la que algunos se refieren como «el último invento». Ya estoy oyendo discusiones sobre si la nueva administración anulará la elaborada orden ejecutiva sobre IA que Joe Biden orquestó. A algunos les preocupa que el asesor Elon Musk, quien tiene su propia empresa de IA y la integra en sus otras empresas, como Tesla y Neuralink, tenga una influencia desmesurada y posiblemente inapropiada en las políticas de Trump y en los contratos gubernamentales. También he oído especular con la posibilidad de que el movimiento para regular la IA se vea superado por los esfuerzos de China en este campo. Esto es importante, porque las reglas básicas de la IA actual y las peculiaridades de sus inventores, pueden influir en que los peores temores sobre la tecnología se hagan realidad.
Por eso, el día después de la reelección de Donald Trump, visité una empresa de IA y entrevisté a uno de sus líderes y a un ingeniero de alto nivel. En el camino de vuelta a la oficina pensé en los resultados de las elecciones y volví a deprimirme, pero terminaré el artículo sobre esa compañía y luego escribiré otro, mientras mi corazón roto siga latiendo. Al fin y al cabo, la IA sigue siendo la noticia más importante de la ciudad.
Artículo originalmente publicado en WIRED. Adaptado por Alondra Flores.
Share this content:
Publicar comentario